Diumenge 30 –B

 29 d'octubre de 2006

Santa Fe del Penedès, La Granada, El Terme (Parròquia Santa Maria de Foix),
Sant Pere (Santuari de la Mare de Déu de la Fontsanta, Castell de Subirats)

(lectures bíbliques) (altres homilies)(sols text, per imprimir)
(homilia pronunciada en català, transcrita al castellà per internet)

 

El ciego Bartimeo. Evangelio según san Lucas (manuscrito). Biblioteca Nacional (Madrid)

Dios, en Cristo, se hace encontradizo

Jesús pasa cerca del ciego de Jericó, el cual le grita pidiéndole auxilio. No es ninguna casualidad que Jesús pasara cerca pues, en Jesús, Dios se ha acercado a la humanidad que vive en la oscuridad, en la ceguera del pecado, y en necesidad de la luz de Dios.

Se acerca el Adviento y escucharemos de nuevo las palabras del profeta: “El pueblo que vivía en las tinieblas ha contemplado una gran luz”.

Dios se ha acercado a nosotros, se nos ha hecho encontradizo, para que nos lo encontremos por el camino, bien cerca de nosotros y de nuestras necesidades.

Y para ello, "el infinito se ha hecho finito, el Eterno ha entrado en el tiempo", con palabras del Papa Benedicto XVI en Colonia.

Cristo es la luz que brilla en las tinieblas de la humanidad! Al ciego Bar-Timeo, Jesús le dice, “tu fe te ha salvado”, y “al momento recobró la vista”. La fe en Jesús disipa las tinieblas en nuestra vida y nos capacita para ver a Dios, sentido último de nuestra vida.

La humanidad, sin la fe en Jesús, está en las tinieblas. Cuantas barbaridades se han dicho sobre el hombre, desde la oscuridad de la incredulidad y del ateismo. Se ha dicho que el hombre es un “rincón oscuro que piensa”, “un tubo digestivo”, “una pasión inútil”, etc.

Permitidme un breve testimonio personal sobre como la fe me hizo ver la luz. Durante mis años de universidad tuve un amigo, mayor que yo, que estudiaba un doctorado. Yo estudiaba a un nivel inferior y por ello le tenia mucha admiración, lo consideraba más inteligente que yo. Hablando de Dios, del alma y del espíritu, me dijo: “todo esto no tiene ningún sentido, pues el ser humano no es más que 25 céntimos (de dólar) de pura química”. Esta frase fue como un torpedo en la línea de flotación y me hundí hasta el fondo, en la oscuridad de los abismos. Durante todo el año académico quise, por la vía de la sola razón, darle, y darme, una respuesta convincente de que estaba equivocado.

Pero no podía encontrar argumentos convincentes, para demostrar que si existía Dios, el alma, el espíritu i que no éramos sólo materia.

Entré en una profunda depresión, y angustia existencial durante todo aquel año académico. Suspendí todas mis asignaturas, no pude concentrarme para nada, tan profundamente agobiado estaba.

Lucas van Leyden. La curación del ciego de Jericó. Pasado de tabla a lienzo. Tríptico. Al final del curso, fui a hablar con una persona amiga, una viejecita católica, muy simpática, en la casa de la cual yo alquilaba una habitación.

Ella me contó luego, que a pesar de los miles de estudiantes que había visto, ninguno lo había visto tan atribulado como yo! Le conté lo que me pasaba y como aquella frase de mi amigo tan inteligente me había hundido en la más densa oscuridad.

Ella me escuchó atentamente y, cerrando fuertemente sus puños, con sus brazos flexionados delante de mi, me dijo: “Juan, agárrate fuertemente de tu FE!!” Primero no comprendí qué tenia que ver la fe con lo que yo le planteaba, pero rápidamente me di cuenta que esa era la Luz al final del túnel.

Ciertamente, la diferencia entre mi amigo y yo, no era cosas de más o menos inteligencia. Era cuestión de tener o no tener FE. De querer o no querer tener FE!!

Me di cuenta que la Fe ilumina nuestra mente y nos permite “ver” al creador detrás de la creación. Nos permite ver al creador detrás de la obra maravillosa de la anatomía humana, por ejemplo. Más tarde comprendí también que la FE es un acto de amor a Dios, pues, como dice San Pablo, "El amor todo lo cree y todo lo espera".

Luego también supe que el más grande científico de todos los tiempos, Albert Eisntein, había sido un gran creyente. Aquel hombre, sinónimo de razón e inteligencia, había expresado su profunda admiración por la mente que intuía detrás de la creación.

La fe ilumina nuestra razón y nos permite descubrir el sentido último de nuestra existencia. Somos hijos e hijas amados y amadas de Dios, frutos de su amor infinito. No somos fruto de ninguna casualidad o azar. Dios nos ha creado por amor.

La iglesia enseña que la fe y la razón son las dos alas del espíritu humano: con una sola no volamos. Con la razón sola, sin  la luz de la fe, no comprendemos nuestra existencia. Pero tampoco nos sirve una fe no razonada, pues somos seres racionales: aquello que creemos debemos pensarlo y comprenderlo minimamente.

El Greco. Curació del cec. 1567-70 Dresden.Una palabra sobre el ateismo reinante en nuestras sociedades prósperas del primer mundo

Muchos historiadores coinciden en decir que las raíces más profundas del ateismo moderno son las guerras de religión de los siglos 15 y 16. En aquel momento, los cristianos, los que tenían que ser luz, fueron más bien tiniebla y por ello es grande la oscuridad.

Europa, después de más de cien años de interminables guerras entre cristianos (católicos y protestantes) decidió buscar un fundamento de la convivencia que no tuviera nada que ver con el Evangelio, con la fe cristiana. De ahí nace el estado aconfesional o laico, con la separación absoluta entre iglesia y estado. Una separación que se vio necesaria pues la mezcla se reveló explosiva.

Seamos pues luz para nuestros hermanos y no cometamos los errores del pasado. Si el que tiene que ser luz, no es luz, grande será la oscuridad!! “Vosotros sois la luz del mundo”,  nos dice el Señor. Seamos luz y no tiniebla para nuestros hermanos, para que descubran en Cristo, como el ciego de Jericó, la Luz que  da sentido a la vida.