Jesucristo, Rey del Universo

 26 de noviembre de 2006

Santa Fe del Penedès, La Granada, El Terme (Parròquia Santa Maria de Foix),
Sant Pere (Santuari de la Mare de Déu de la Fontsanta, Castell de Subirats)

(lectures bíbliques) (altres homilies)(sols text, per imprimir)
(homilia pronunciada en català, transcrita al castellà per internet)

 

 

Jesús: la Verdad sobre Dios y la Verdad sobre el hombre

 

“Y que es la Verdad?”, le pregunta Pilato a Jesús. Jesús es el testimonio de la Verdad: la Verdad sobre Dios y la Verdad sobre el hombre.

 

Decía Nietszche que Dios no podía existir, porque si Dios existiese sería como una araña amenazadora sobre el mundo, amenazándonos con castigos eternos nuestras faltas en el tiempo, y esto destruiría la libertad humana.

 

Nosotros, los cristianos, le decimos a Nietszche: “te equivocas, pues si algo queda clara a la luz de la Cruz de Cristo, coronado de espinas, es que Dios no es ninguna araña sobre el mundo. Al contrario, la Verdad sobre Dios que Jesús nos ha revelado, es que Dios es Amor, Dios es Perdón, Dios es Misericordia infinita”.

 

La Verdad sobre Dios revelada por Jesús es que Dios es un misterio infinito de Amor interpersonal. Dios es Padre, Dios es Hijo, Dios es Espíritu Santo. Nada sabíamos de este misterio de Dios antes de que Jesús, el Hijo, nos hablara del Padre, y mandara des de el Padre, al Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, que es el Señor y que infunde la Vida.

 

La Verdad sobre el hombre

 

Revelando esta Verdad sobre Dios, Jesús nos revela la Verdad sobre el hombre: Imagen y semejanza de Dios. Si Dios es Amor, el hombre y la mujer también son Amor. La familia humana es, a imagen y semejanza de Dios, una “íntima comunidad de vida y de amor que engendra nueva vida”. Dios es un misterio de comunión interpersonal, y por eso el ser humano también es un ser personal. El hombre es persona porque Dios es un Dios personal.

 

El hombre es persona porque Dios es un Dios Personal

 

Es muy iluminador considerar la evolución del concepto de Persona. En la época de antigua Grecia y Roma, “persona” hacía referencia a la máscara que llevaban los actores, “personajes”, en las representaciones teatrales. El término, parece ser, hacía referencia a la función de altavoz de la máscara, “per-sonare”, es decir, “para que se oiga”. La teología cristiana de los padres de la Iglesia utiliza este término para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en el seno del misterio de Dios trinitario. ¿Qué es el Hijo? ¿Qué es el Padre? ¿Qué es el Espíritu Santo?, se preguntan los primeros teólogos cristianos, en un esfuerzo profundo de comprender mínimamente el misterio de Dios revelado por Jesús. Responderán diciendo que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son “Personas divinas”. Tres Personas y un solo Dios.

 

Es en este contexto de la reflexión teológica primitiva sobre el misterio de Dios, comunión interpersonal, que aparece por primera vez en la cultura occidental el concepto de “persona”, y aparece aplicado a las Personas Divinas en el seno de la Trinidad. Y de ahí pasará a designar a cada ser humano, imagen y semejanza de Dios. Yo soy persona porque Dios es Persona.

 

Esta contribución del Cristianismo a la cultura occidental y, de hecho, mundial es innegable. Jesucristo es la Verdad sobre Dios y la Verdad sobre el hombre, sobre todo hombre, cristiano o no.

 

Nada sabía la humanidad, antes de Cristo, de la identidad y dignidad personal de cada ser humano. En tiempo de Jesús  la mayoría de la gente era esclavo de alguien. Y los romanos decían: “Servus res est”, es decir, “el esclavo es una cosa”. El esclavo no era nada, se podía comprar o vender. Se podía matar impunemente, o se podía gozar de espectáculo grotesco de la lucha a muerte de los esclavos entre si, o con bestias, en el anfiteatro. Todo esto cambiará radicalmente con la llegada del Cristianismo, y su revelación de la identidad Personal de Dios y del hombre.

 

Cristo ilumina el misterio del hombre

 

Des de la oscuridad del ateismo también se han dicho auténticas barbaridades sobre el hombre. Del hombre de ha llegado a decir que es “un tubo digestivo”, … “un rincón oscuro que piensa”,… “una pasión inútil”.

 

“El esplendor de la Verdad” sobre Dios y sobre el hombre, ilumina el misterio de nuestra existencia. Una Verdad que nos habla también a través de nuestra conciencia, que es la voz interior de Dios que quiere guiar nuestra libertad por el camino del bien, por el camino de la plenitud de vida.

 

Se equivocaba, pues, gravemente Nietzsche cuando decía que Dios no podía existir pues “destruiría la libertad del hombre”. Bien al contrario, la Verdad sobre Dios y sobre le hombre nos guía por los caminos de la auténtica LIBERTAD. Ya lo había dicho Jesús: “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”.

 

Somos imagen y semejanza de un misterio infinito de vida y de comunión interpersonal. Experimentamos, pues, la plenitud de vida si entramos en la dinámica del amor y de la comunión interpersonal. Y, en cambio, si nos cerramos a esta dinámica, y vamos por caminos de egocentrismo, de insolidaridad, experimentamos una profunda frustración interna o tristeza.

 

La conciencia de todo ser humano: voz de la Verdad en el corazón del hombre, de todo hombre

 

La Verdad sobre Dios y sobre el hombre se deja sentir a través de la voz de la conciencia en el corazón de todo ser humano. En todas las religiones hay elementos de esta verdad que se encuentra, en su plenitud, en el Cristianismo. “Dios es clemente y misericordioso”, dice centenares de veces el Corán de los musulmanes.

 

Esta Verdad sobre Dios y sobre el hombre no la poseemos sino que nos posee a nosotros. Y estamos llamados a compartirla con todos los hombres y mujeres del mundo, pero des de la humildad y el respeto, nunca desde la prepotencia de quien se cree “poseedor de la verdad”. Compartimos nuestra Verdad que es Jesucristo, sabiendo que en todas las religiones, y en todo ser humano, por ser imagen y semejanza de Dios, ya hay “semillas” de la Verdad.

 

Eucaristía: acción de gracias a Dios por Jesucristo, la Verdad que nos hace libres

 

Ahora celebraremos la Eucaristía. Acción de Gracias porque en Jesucristo hemos conocido la Verdad sobre Dios y la Verdad sobre nosotros mismos. Dios es Amor interpersonal, nosotros somos Amor interpersonal. Esta es la Verdad manifestada en la Cruz de Cristo, coronado de espinas. Esta es la Verdad que nos hace libres. Que así sea.