20 de agosto
"La Conciencia Cristiana" de su siglo (¿y del nuestro?)
Dentro del mundo de los monasterios benedictinos, en la Europa de finales
del siglo XI y principios del XII, había nacido una corriente renovadora: había
que retornar a las fuentes de la Regla de San Benito: ORA ET LABORA (ORA Y
TRABAJA). Lo de "labora" se había ido abandonado de manera que los
monjes prácticamente no hacían otra cosa que orar y meditar. El trabajo manual
lo hacían otros. Los monasterios también se habían convertido, parece ser, en
cierta manera en unos centros de poder mundano, con derechos y privilegios
sobre las poblaciones vecinas, entre otras cosas. Había que retornar a la
simplicidad y austeridad de los orígenes.
Tres monjes reformadores, en el centro de Francia, habían fundado una
abadía en un lugar inhóspito (Citeaux,
en la Borgoña, que daría nombre a la nueva Orden del Cister) y se dedicaban a la plegaria, a la meditación
de las escrituras, y al durísimo trabajo manual
del cultivo de las tierras. Su vida era tan austera y dura que no tenían muchas
vocaciones y estaban a punto de dejarlo
correr. Por otra parte, su existencia también resultaba incómoda para los
otros monasterios que no vivían con tanta austeridad y autenticidad cristiana.
La providencia no quiso que aquel experimento fracasara. En el año 1111
(según algún historiador, aunque la fecha varía), se presentó en las puertas
del monasterio un joven de unos 21 años, con unos grandes ojos, de aspecto muy
atractivo, y con un corazón encendido de amor por Jesucristo crucificado.
Atraía detrás suyo a todo un grupo de jóvenes como él,
un total, parece ser, de unas veinte personas.
El joven se llamaba Bernardo. Podríamos
decir, con tono de humor, que el hecho de que entrara en el monasterio en el
año 1111, no es casual, pues tenía que ser el número 1 de su siglo. Rápidamente
se puso en evidencia que toda aquella gente, con Bernardo
al frente, iban "en serio". No les movía una
llamarada de un momento. Se avinieron a aquel régimen de vida tan austero: se
levantaban muy de mañana, antes de las cinco de la madrugada, pasaban largas horas
recitando los salmos y meditando las Sagradas Escrituras. También hacían los
trabajos más duros del campo, como preparar los terrenos para el cultivo,
sembrar, segar, construir y ampliar las dependencias del monasterio. Y todo
bajo la obediencia estricta del abad, con el fin de, cómo dice la Regla de San Benito, en el prólogo, recuperar por la obediencia
aquello que se había perdido por la desidia de la desobediencia. Según el padre
de los monjes, san Benito, los monasterios
quieren ser "escuelas del servicio" a Dios y a los hermanos; escuelas
de humildad, siguiendo los pasos de Aquél que, por obediencia a Padre y por
nuestra salvación, se vació de su condición divina y se humilló hasta la muerte
y muerte de cruz.
Al cabo de poco tiempo Bernardo fue enviado
a fundar un monasterio, con un grupo de monjes, en otro lugar inhóspito: él
sería ahora el abad de este nuevo monasterio. Aquel monasterio no tardó al
hacerse también famoso por la austeridad de sus monjes capitaneados en su lucha
espiritual por San Bernardo. Parece ser que casi
toda la rica y noble familia de Bernardo lo fue
siguiendo a la militancia espiritual del monasterio.
De su familia quedaba todavía en el mundo su hermanita y su hermanito,
herederos de todas las posesiones familiares, en que eran muchas, pues eran
nobles. Pues bien, parece ser que la hermanita de Bernardo,
toda una noble señorita de su época, se presentó un día a las puertas del ya
famoso monasterio de su hermano mayor, al cual nombraba cariñosamente "ojos grandes". Se presentó, cuenta la
crónica, revestida de toda la pompa "del siglo". La movía una gran
curiosidad por ver con sus ojos todo aquello que se contaba de aquel
monasterio. Cuando su hermano supo que su vanidosa hermanita estaba a la puerta
del monasterio, le envió un emisario con este encargo: "Decidle a esa señorita
que tengo cosas mucho más importantes que hacer que conversar con una mujer
vanidosa". Sin embargo, conmovido interiormente por un sentimiento de
hermandad, se decidió salir él mismo a interpelar a su hermana, por si la podía
convertir de su vanidad. Y ciertamente lo consiguió, con la ayuda de Dios.
Cuando Bernardo sale del monasterio y se ve
a su hermana toda vestida de seda finísima, le dice: ¿"Qué haces vestido
así? ¡Con esta seda que han elaborado unos gusanos, los mismos gusanos que se
comerán tus carnes cuando te mueras"! Dicen los cronistas que aquellas
palabras la hicieron estremecer y, viendo la extrema austeridad con la que
vivía su hermano, con sus jóvenes amigos y también sus propios familiares,
entre ellos seguramente su propio padre; viendo todo eso y oyendo aquellas
palabras tan duras, pero tan auténticas, ella, por una acción de la Gracia de Dios, experimentó
una conversión interior. Determinó seguir el ejemplo de su hermano, abrazando
también el rigor austero de la vida en un monasterio de monjas, en el cual
consta que militó hasta al fin de sus días, con olor de santidad.
Parece ser que quedaba en el mundo el hermanito pequeño, heredero universal
de todo. Pero él, en vez de alegrarse de su "buena suerte", se dio
cuenta, por la Gracia de Dios, de que aquello era más bien un peligro para su
alma. Y se hizo esta reflexión: "Bernardo y
toda mi familia se están ganando el cielo, haciendo penitencias en el
monasterio, y yo me quedo en el mundo con todas las posesiones (con gran
peligro de mi alma), pues NO, de ninguna manera, yo también me voy allí, y
pidió se admitido al monasterio de Claraval.
El poder de atracción que ejerció Bernardo
con su ejemplo y sus sermones y escritos llenos de sabiduría, extraída de su
apasionada lectura de la Palabra de Dios y sobre todo de los Evangelios, fue enorme. Al cabo de
unos 50 años, cuándo él murió, con poco más de 60 años, había centenares de
monasterios de la nueva Orden del Cister
esparcidos por toda Europa, y muchos de ellos eran hijos (fundaciones) directos
del monasterio de Bernardo, en Claraval.
Estos monasterios fueron focos de fe y de vida cristiana, cuya influencia
ha llegado hasta nuestros días. El más importante, aquíe
en nuestra tierra, sería el de Poblet, que junto
con muchos otros monasterios ha impregnado de fe y de vida cristiana nuestra
historia milenaria; con sus altibajos, propios de la condición humana, santa y
pecadora.
La influencia de Bernardo, en el siglo XII,
ya trascendió más allá de su Orden del Cister.
Uno de sus monjes, en Claraval,
llegó a Papa, y Bernardo le escribe una famosa
carta dándole indicaciones y consejos sobre cómo ejercer aquel cargo tanto
importante para la Iglesia Universal.
Bernardo fue llamado también para poner paz en la Iglesia
de su tiempo rasgada por diversas herejías y luchas internas de poder. Su voz
era escuchada cono "el oráculo de Dios" o "la voz de la conciencia
cristiana" de su tiempo.
Parece ser que en Roma había un cónclave que
no acababa de decidirse entre tres candidatos a Papa. Uno destacaba por su
santidad, otro por su sabiduría y un tercero por su prudencia. Bernardo fue llamado para resolver la situación y
escoger, él, el mejor candidato. Su propuesta fue aceptada: "Que el sabio
escriba un libro y todos nos beneficiaremos de su sabiduría, que el santo
ruegue por nosotros, y que el prudente sea papa". Y así fue.
Parece que su dieta eran hojas de roble hervidas. Eso le provocó una úlcera
de estómago, de manera que tenía que tener un agujero en la madera del coro de
la iglesia, para ir escupiendo a menudo.
Un buen día el papa y unos cardenales quisieron ver con sus propios ojos el
famoso monasterio de Claraval
y la vida tan santa que se allí se llevaba. Aprovechando un viaje de la corte
papal por el centro de Francia, se presentaron en Claraval. Dice la crónica que sobre las mesas
del comedor del monasterio había restos de verduras y legumbres, y que en un
rincón de la cocina se encontró un trozo de pescado, que es el que se ofreció
al papa. La comitiva cardenalicia y el mismo
papa quedaron muy impresionados por lo que vieron.
Parece ser, sin embargo, que, cómo es de suponer, su gran fama de santidad
le provocó mucha envidia. Algún cardenal estaba molesto por el hecho de que
aquel monje tuviera que salir de su monasterio tantas veces para resolver
tantas cuestiones y tan importantes, no sólo para la Iglesia sino también para
la sociedad civil. Y parece que no le envió una carta en que le decía con tono
muy despreciativo y nada cristiano: "Ya
está bien de esta rana asquerosa que sale de su charco pestilento – en referencia a su monasterio-
para meterse en cosas que no le incumben". Él, muy santamente, le responde
al cardenal: "Si es que esta rana asquerosa sale de su charco pestilento para meterse en
asuntos que no le incumben, es porque desde Roma y de muchos otros lugares se
lo piden".
Y así era ciertamente. Una vez le pidieron que fuera a hacer un exorcismo
de uno poseído del cual no había manera de sacar al demonio. Cuando Bernardo se presentó delante del poseído, dicen que el
demonio se puso a reírse de él diciendo: "Ja, ja, ja, ja, Bernardillo me sacará, Bernardillo
me sacará”, y Bernardo le respondió: "No es Bernardillo que te sacará, es Jesucristo, que te
sacará, EN EL NOMBRE DE JESÚS, SAL DE ESTE HOMBRE!! y el demonio salió, en el nombre de Jesús.
San Bernardo, es el último Padre de la Iglesia. De
hecho, el periodo de Padres de la Iglesia, que en principio abarca los primeros
seis o siete siglos, seguramente se alarga hasta el siglo XII, para incluir a
este gran santo. Doctor de la Iglesia.
Ante un personaje así, que cautivó al mundo de su tiempo y no ha dejado
de cautivar a los que lo han conocido a lo largo de los siglos, surge la
pregunta: ¿cuál era su secreto? ¿Qué lo movía con tanta fuerza? La respuesta es
sencilla: era un hombre locamente enamorado de Jesucristo. De hecho, sus
sermones más famosos, que fueron, dicen, "el libro de oro" del siglo XII, son los sermones sobre el Cantar de los Cantares. Donde se deja ver la
vida interior de un místico que está enamorado del mismo Amor que es Dios,
manifestado en Jesucristo, y sobre todo en Jesucristo crucificado, el cual
"con su Pasión nos libera de nuestras pasiones (egoístas)". Era un
hombre libre de las pasiones humanas que tan fácilmente nos atrapan y nos
privan de dar un fruto jubiloso y atractivo para nuestro mundo.
Estaba lleno a rebosar de Dios, de su Amor, revelado por Jesucristo, en el
cual meditaba diariamente, en las Santas Escrituras.
Decía a sus monjes: "Sé concha y no canal". ¿Concha y no canal? Sí, porque,
explicaba él, a veces decimos que tenemos que ser canal del amor de Dios. Allí
está el amor de Dios y allí están las personas. Yo tengo que ser canal para que
este amor de Dios llegue a las personas. Eso, decía él, no sirve, porque todos
buscamos una plenitud, y el canal no está nunca lleno. Cuando el amor de Dios
ha pasado, yo quedo seco y los otros, al cabo de poco tiempo, también quedan
secos y sedientos. En cambio, decía, si soy una concha bajo la fuente del amor
eterno de Dios, entonces, siempre estoy lleno a rebosar de este amor; lleno a
rebosar de este amor, lo doy a los otros.
San Bernardo, gran enamorado de Dios, que nos ha
manifestado su Amor inmenso en Jesucristo Crucificado,
ayúdanos a ser nosotros también, en nuestro siglo XXI, unos apasionados amantes
de Jesucristo, de manera que, meditando a menudo su Pasión y su vida en los
Evangelios, seamos, como tú decías, libres de nuestras pasiones egoístas, y
podamos atraer, como tú hiciste, detrás nuestro a muchas personas a
experimentar el gozo indescriptible de estar llenos de Dios, llenos - como tú
también decías- no soles de amor sino, del AMOR ETERNO, QUE ES DIOS MISMO, y
QUE TENEMOS QUE POSEER, o NOS TIENE QUE POSEER, POR TODA LA ETERNIDAD.
Padre Joan
Manuel Serra
Obispado de Sant Feliu de Llobregat
21 de agosto de 2008, Sant
Sadurní d'Anoia
Después del retiro hecho en Poblet, del 10 al 20 de Agosto de 2008,
En Poblet, Solemnidad de San Bernardo de Claraval
Dibujo de San Bernardo: San Bernardo con los instrumentos de la Pasión de Cristo: clavos, flagelos con puntas de hierro, lanza, columna, escalera. "Con tu Pasión, Señor, nos liberas de nuestras pasiones".
Links:
http://ec.aciprensa.com/b/bernardo.htm (Enciclopedia Católica, Online)
http://www.abbaye-saint-benoit.ch/saints/bernard/index.htm (Obras completas en francés)
http://www.corazones.org/santos/bernardo_claraval.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Bernardo_de_Claraval
http://www.google.es/search?hl=es&q=Bernardo+de+Claraval&meta=
http://www.poblet.cat/index.php?MQ%3D%3D& (La comunidad de Poblet te saluda, con las palabras de San Bernardo)
http://www.tinet.org/~ablasco/Poblet/poblet.html
http://www.google.es/search?hl=es&q=Monestir+de+poblet&meta=
http://www.ocist.org/ (Página oficial de la Orden del Císter)