(La Batalla de Jericó y la Imponente fortaleza del Aborto. Orad y seguid a vuestros sacerdotes. 'Las murallas caerán!)
Por Padre Thomas Euteneuer, presidente de
Vida Humana Internacional
Es la naturaleza del
mal fortificarse con poderío mundanal. El mal impone generalmente su agenda de
arriba hacia abajo y entonces una vez que está en control, intenta mantener su
hegemonía amurallándose en fortalezas de modo que cualquier
tentativa de la gente de bien por cambiarlo rebotará en la fortaleza como una bola
de cañón contra un muro de granito. Tal es la naturaleza del mal. Muchos han
sido los guerreros frustrados de la conciencia cuyos esfuerzos individuales y
colectivos para desmontar las estructuras del mal en nuestro tiempo han sido parados por la fuerza impenetrable de los intereses malignos.
Las murallas del mal son simplemente demasiado altas y fuertes.
Se cuenta que cuando los arqueólogos descubrieron las antiguas murallas de Jericó, al sur de Israel, descubrieron los huesos de pequeños bebés en vasijas que habían sido colocadas en las murallas de la ciudad. Los bebés habían sido sacrificados ritualmente. En otras palabras, la institución del sacrificio de niños estaba en auge detrás de esas altas murallas de Jericó, y aunque probablemente estaba ocultada a los ojos del mundo, estaba claramente a la vista para los ojos de Dios. Era un pecado que gritaba a Dios para que se hiciera justicia, y Dios que oye el grito de los pobres decidió poner fin a ese pecado. Jericó, un prominente centro comercial y metropolitano de su tiempo, era corrupto, pero no podía ser destruido por medios humanos. La reforma no podía cambiarlo desde dentro porque el sistema entero era corrupto. El cambio tampoco podía venir de fuera porque la ciudad con sus murallas era simplemente demasiado fuerte. Solamente Dios podía poner fin a la matanza. Y Dios que es rico en misericordia sigue oyendo el grito de los pobres, también hoy en día. Estos pobres son los niños por nacer, sin voz e indefensos, que se están sacrificando sobre los nuevos altares de un mal masivo que se ha convertido en una institución y en una industria fortificada.
El
aborto no es más que Jericó de nuevo. Como la antigua ciudad, tiene toda la
apariencia externa de una realidad social satisfactoria, fuerte, sofisticada,
pero es corrupta hasta su mismo corazón de tinieblas. Como una supuesta
realidad médica, es la más protegida y menos regulada de todas las
instituciones médicas; como una realidad política ha comprado y ha pagado a los
políticos que protegen el rito sagrado del sacrificio de niños para satisfacer
a los que los has puesto en el poder; y como una realidad económica, es una
industria multibillonaria que es casi totalmente
impenetrable a cualquier fuerza humana desde adentro o desde fuera. ¿Cómo puede
uno luchar realmente contra tal fortaleza? ¿Qué podría uno hacer para penetrar
este mal sellado tan herméticamente?
Josué nos da la
respuesta, y es muy simple: orad y seguid a vuestros sacerdotes.
*Después de todo, ¿no le envió Dios a decir a la gente precisamente eso? Si se vuelve a leer el relato de la caída de Jericó, en los capítulos quinto y sexto del Libro de Josué, se ve que las murallas de Jericó no fueron penetradas gracias a las armas, una estrategia bélica o la fuerza de un cerco militar. Ninguno de estos medios hubiera tenido éxito aunque se hubiesen utilizado. Es probable que otras muchas naciones hubieran probado ya sin éxito tales métodos. Las murallas se mantenían firmes y la maldad que encerraban empeoró. Dios hizo otra cosa para derribarlas. Empleó el poder de la oración unida y del liderazgo espiritual para destrozar esos muros graníticos; y la fórmula para destruir el mal sigue siendo la misma hoy: Oración y liderazgo sacerdotal.
Josué les ordenó para la batalla de acuerdo con el plan preestablecido de Dios. En primer lugar, la vanguardia de tropas escogidas para servir de escudo a la gente. Después, los sacerdotes haciendo sonar los cuernos de guerra. Luego, otros siete sacerdotes levantaron el Arca de la Alianza y la llevaron a la batalla. Finalmente, detrás de sus sacerdotes, todo el pueblo formó en filas, protegidos por una retaguardia de tropas veteranas.
El único
problema era que se trataba de una fórmula perfecta para el fracaso en términos
de un combate terrenal. Las gentes de Jericó, en lo alto de sus murallas y su
soberbia, seguramente se mofaban de los israelitas: “¿Debemos temer los cuernos
de guerra y tomar en serio un gran cofre adornado con ángeles y portado por unos
cuantos viejos?” Pero el pueblo no escuchó sus mofas, sino que obedeció al pie
de la letra las instrucciones recibidas de sus líderes espirituales, a pesar de
que quizá no las entendieran en ese momento. En silencio marcharon siete veces
alrededor de las murallas durante seis días, y los sacerdotes seguían haciendo
sonar los cuernos. Sólo fue el séptimo día cuando hicieron otra cosa distinta,
y, cuando Josué les ordenó gritar, todo ese masivo edificio del mal se derrumbó
sobre si mismo en un instante.
Lo digo en serio: el Mal no permanecerá en pie cuando la Iglesia se una en
oración detrás de sus líderes espirituales portando el Santo de los Santos a la
batalla contra la institución más corrupta de la historia. Las puertas de
infierno no prevalecerán contra una iglesia unida. El aborto se derrumbará
también del mismo modo – en un instante – con el liderazgo espiritual.
Dios está preparado; el pueblo está preparado; pero ¿dónde están los sacerdotes?
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* A partir de aquí, la traducción es de un internauta de Madrid que ha querido colaborar. Muchas gracias. Copio su e-mail (permaneciendo anónimo) pues incluye una información muy interesante sobre una Eucaristía «en Reparación por el Aborto y por sus Víctimas».
Muy estimado Mosen Joan Manel:
He recibido su mensaje a través de mi hermana, a quien remito copia de éste.
Como usted ha pedido ayuda con la traducción, me he permitido retocar un par de cosillas y hacer la traducción de la parte que usted había realizado por sistema automático.
En Madrid, en la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas y de Santos Justo y Pastor, sigue celebrándose una Eucaristía, todos los sábados, «en Reparación por el Aborto y por sus Víctimas». (En los meses de verano, esta Misa será la de las 9.00 horas).
En unión de oraciones__________