498 MARTIRES ESPAÑOLES BEATIFICADOS HOY 28 DE OCTUBRE DE 2007

Autor: Jesus Marti Ballester

 

(Aclaració Important: aquesta pàgina no pretén condemnar ningú, ni dir que uns van ser els bons i els altres els dolents. Sols pretén mostrar la valentia admirable d’aquells i aquelles que van donar la vida per defensar la seva FE. A la guerra civil hi va haver atrocitats als dos costats. I després de la Guerra hi va haver la lamentable repressió franquista amb les seves pròpies atrocitats, davant les quals l’Església, que sortia d’un persecució terrible, no va ser prou valenta per denunciar-les amb contundència.

No comparto necesariamente todas las afirmaciones del Padre Jesús M. Ballester. El artículo se incluye pues describe muchos casos poco conocidos de martirios especialmente heroicos.


Mn. Joan Manuel Serra, webmaster)

 

ESTOS SON LOS QUE VIENEN DE LA GRAN TRIBULACIÓN

” La beatificación de los 498 mártires españoles ha producido una amplia polémica sobre todo desde los sectores que apoyan la actual situación creada por la Ley de Memoria Histórica”.

Ha sido mal interpretada, porque no se sabe ver la dimensión espiritual. La beatificación de los mártires nos recuerda que la Guerra Civil no fue una historia de buenos y malos, donde unos ponían la sangre y otros el plomo. La beatificación de los mártires nos recuerda que durante la Segunda República, se estimuló y exacerbó el odio antirreligioso y la cacería indiscriminada de los católicos se convirtió en una furia, que parecía más diabólica que humana, porque no se explica que hombres y mujeres totalmente normales, que unos días antes convivían tranquilamente y en paz, de la noche a la mañana se convirtieron en fieras homicidas peores que las fieras de la selva, porque que ni los tigres ni las panteras, ni los leones del Coliseo Romano, jamás hubieran cortado a un obispo, como al de Cuenca, los testículos para comérselos fritos, ¡qué aberración! A un sacerdote le desollaron los pies y lo hicieron caminar hacia el cementerio para matarlo, y allí llegó chorreando sangre. A otro lo enterraron vivo con el aparato genital en la boca. Al Cura de Museros le pasearon desnudo por el pueblo, le subieron al balcón de la casa abadía y le cortaron uno a uno los dedos de las manos. Se acusa al catolicismo español –y a su Iglesia—de ayudar a Franco, fue al revés, fue él quien ayudó a la Iglesia y le reconstruyó las catedrales y los templos destruidos. En la Asamblea conjunta de Obispos y sacerdotes del año 1971, unos jóvenes sacerdotes inexpertos, por jóvenes que no la habían vivido, pretendieron que la Iglesia pidiera perdón, no se a quién, por la guerra y el Arzobispo emérito de Oviedo, Don Gabino Díaz Merchán, a quien habían asesinado a su padre y a su madre quedando huérfano a los 10 años con su hermanita pequeña, contestó, o sea, ¿que yo debo pedir perdón a los verdugos de mis padres?. Por eso yo no puedo dejar de razonar: La guerra civil es el contexto sociopolítico en que se produce el martirio; pero ellos son víctimas, no de una guerra civil, sino de una persecución religiosa, dos conceptos totalmente distintos. En las guerras hay muertos, no víctimas, hay caídos, no mártires. Los mártires beatificados nunca fueron a la guerra; eran personas pacíficas, que vivían en sus conventos, en sus casas, en sus parroquias y comunidades, y los mataron porque eran religiosos, católicos, personas de fe. Pero, la persecución religiosa había empezado mucho antes.

LA GUERRA CIVIL

Francisco Largo Caballero, líder de la UGT y del PSOE durante 30 años. y Presidente del Consejo de Ministros con la misión de organizar un Estado revolucionario sobre las ruinas del republicano, había dicho: «El día de la venganza no dejaremos piedra sobre piedra de esta España» y la diputada Margarita Nelken, gritaba en el Parlamento: «Pero ni la revolución rusa nos sirve de modelo porque necesitamos llamaradas gigantescas que se vean en todo el planeta y oleadas de sangre que enrojezcan los mares». Sólo en el mes y medio entre las elecciones de febrero hasta el 31 de marzo, fueron incendiadas o profanadas 411 iglesias. Hubo 74 muertos y 345 heridos en todos los alborotos y algaradas que se produjeron. Y siguieron los incendios y atropellos, los asaltos y las bombas, culminando con el asesinato del diputado de Acción Popular, José Calvo Sotelo y el levantamiento militar. Juan Pablo II con motivo del Gran Jubileo del Año 2000, solicitó el número y catálogo de los mártires cristianos del siglo XX. Según el historiador valenciano Vicente Cárcel Ortí catalogó diez mil mártires españoles asesinados: 13 obispos, 7000 sacerdotes, religiosos y religiosas y 3000 mil seglares. Dijo Ortega y Gasset, que Roma no se hundió por los bárbaros, sino por la incapacidad de sus conductores políticos. Eso era entonces. En aquellos momentos y en estos, hay que añadir la maldad a la incapacidad. Les creen huérfanos de ideas, pero no. Las tienen. Las juzgan descabelladas, pero no. Son funestas. Iglesias destruidas y pasto de las llamas, ornamentos sagrados profanados, cementerios violados, momias de monjas de monasterios desenterradas y expuestas a las burlas de las gentes en las calles, procesiones sacrílegas, catedrales y templos destinados a garajes y a almacenes o mercados, imágenes sagradas tiroteadas, caza de sacerdotes, torturas crueles e inauditas, checas infernales. Que a algunos les moleste y les crispe que se recuerden las atrocidades cometidas contra los sacerdotes y las monjas y los laicos católicos en Espana entre los años 34 y 37, es natural, porque prefieren inocular la ponzoña de la memoria selectiva, no les gusta la verdad, porque es amarga y acusadora y viven de la mentira.

 

SILENCIO SOBRE LOS MARTIRES

Profusamente se ha escrito del nazismo y de sus crímenes, pero muy poco de las matanzas perpetradas en nombre del comunismo. Durante mucho tiempo los intelectuales no han querido ver las barbaridades protagonizadas por quienes en nombre del pueblo torturaron y asesinaron a quienes no compartían sus ideas. Como párroco yo tenía seminaristas feligreses que me dejaban aturdido cuando venían de vacaciones: no me era posible entender con qué ideas venían del seminario, eran marxistas solapados. Infiltraciones, inoculación del veneno de lo moderno, de lo intelectual al día. Ignorancia. “Tuta Chiesa e inficionata”, se lamentaba Pablo VI. Silencio sobre lo que ocurría en los países dominados por el marxismo. También sobre que ha ocurrido con la persecución religiosa, objeto de un genocidio espeluznante a lo largo del siglo XX. Silencio. Miedo. Cobardía. Ignorancia. Durante los años 37 y 38, Stalin fusiló a 106.000 sacerdotes ortodoxos. Entre el 34 y el 37, en España fueron asesinados 4.184 sacerdotes diocesanos, 2.365 religiosos, 283 monjas y 13 obispos. De ellos, 498 hoy son proclamados mártires. No ofendieron a nadie ni impusieron su fe. Al martirio eran conducidos inermes. En el momento de morir no llevaban ningún arma ni carné de partido. Ni opusieron resistencia, e incluso, sublime,  perdonaron a sus verdugos.

 

¿DONDE ESTA LA DEMOCRACIA?

Esta atrocidad, perfectamente probada y documentada, debería unir a los demócratas de buena voluntad, de izquierdas o de derechas, para reprobar sin ambages crímenes tan atroces y tan execrables. Porque, en efecto, hay que condenar los asesinatos en las cunetas y demás tropelias del franquismo. Pero también es importante condenar el holocausto del clero en la España de la República, perpetrado con el consentimiento de las autoridades del momento, acompañado de quema de conventos, expolio de iglesias y persecución de todo lo que olía a religión.

 

NI SE QUIERE VER, NI SE HA PODIDO VER POR EL OCULTISMO

El problema es que hay ahora mismo una clase de izquierda que prefiere no ver aquello, que le molesta recordarlo, y que se dedica incluso a acusar a la Iglesia de estar politizada por promover la beatificación de sus mártires, que denuncia que se quiera elevar a los altares únicamente la memoria del bando vencedor de la guerra. ¿Acaso habría que beatificar también a los verdugos? Es lo que Don Gabino Diaz Merchán, preguntó cuando se planteó la cuestión, como he dicho antes. A juicio de esta izquierda, la democracia debe condenar lo ocurrido durante la dictadura, pero no las tropelías de la República. Sobre esas tan despóticas y terribles, hay que pasar de puntillas, deprisa, sin mirar, o mirando para otro lado, pues las víctimas del Frente Popular son «los herederos naturales del franquismo», y los fusilados por el régimen de Franco, siempre previo juicio y abogados y garantes, son considerados «padres heroicos» de la actual democracia. Don Eugenio Laguarda, paisano mío, a quien dejaron muerto despeñado en un barranco, que ha sobrevivido durante 40 años con una bala alojada en su cabeza, escribió en defensa de su asesino, que reconoció y le salvó la vida

 

ES HORA DE DESVELAR LA VERDAD OCULTA

¿Que tipo de democracia tenían los comunistas que fusilaron a 45 maristas el 28 de octubre del 36 en el cementerio de Montcada, por no haber renunciado a su fe, o que clase de demócratas eran los asesinos de Apolonia Lizarraga, priora de las carmelitas de Barcelona, que después de ser encarcelada en la checa San Elías fue aserrada viva, descuartizada y arrojado a los cerdos. O qué concepto de democracia tenía el «Jorobado», un energúmeno que cebaba a sus cerdos con la carne humana de los frailes que iba matando. O los que amputaron los genitales de Antonio Tost antes de liquidarlo con dos tiros, o los verdugos de Santiago Mosquera, un niño de 16 años, estudiante en los padres jesuitas, al que fusilaron en Villanueva de Acardete (Toledo) y remataron con un pico después de haber sobrevivido a la ejecución. O los criminales que tras disparar contra Visitación Marcela Morán Otero, hermana del sacerdote de Mentrida, le pusieron una soga al cuello y la arrastraron  por todo el cementerio hasta llevarla a una fosa común. O los que amputaron las dos orejas y castraron a Enrique Corral Reigen Urda. Los que ataron a Andrés Salgado a un palo de telégrafo y le metieron la escopeta por la boca para atravesarle la cabeza. Los que rociaron con gasolina el cuerpo de lsabelino Madrofial, párroco de la Nava de Ricomalillo, y le quemaron en un descampado. Los que abofetearon y apalearon a Julián Muñoz Cuesta antes de afeitarle con navajas melladas y clavarle leznas de zapatero al rojo vivo. Los que obligaron a Vicente  Núñez  Alcazar a destruir su propia iglesia, o los que cortaron un pecho a Maria de la Piedad Suárez de Figueroa, después de haberla violada repetidas veces cada uno de sus asesinos.

 

EL DEBER DE TESTIMONIAR SU CONDENA

Estos crímenes, extraídos al azar entre miles, avergüenzan a cualquier demócrata, pero hay demócratas que no los quieren ver, que acusan a la Iglesia de hacer política por recordar el martirio de sus hijos fieles e inocentes de lo que se les calumniaba y conscientes de que morían por Dios y perdonando a sus verdugos. Don Rogelio Chillida, Magistral eximio de Valencia, regaló su reloj al verdugo, cerca de Silla, donde fue fusilado. En una situación normal y en un país normal sería lógico que el presidente del Gobierno de España y todos sus ministros asistieran en Roma a los actos que desde hoy van a recordarnos aquella barbarie tan horrible, aquel genocidio diabólico.

 

PROHIBIDO HONRAR JUSTAMENTE EL HEROISMO DE SUS HIJOS MARTIRES

En lugar de pedir perdón al pueblo que gobiernan y en cuyo nombre actuaban ilícita e ilegalmente, algunos se dedican a cuestionar a la Iglesia por honrar a sus mártires, superados todos los procesos y trámites canónicos, sin necesidad de milagros, porque el milagro era que fueran alegres e indefensos y serenos al martirio. Ese es el mayor milagro, superar el instinto de vivir, inserto en la humana naturaleza. Sin la fuerza de la asistencia de Dios, no se puede entender. Pero eso sí, promueven homenajes en algunos pueblos y capitales a individuos que se sabe que fueron auténticos asesinos de sacerdotes. Es la otra cara de la memoria histórica. La otra verdad incómoda que algunos no quieren recordar. Y mucho menos, condenar.

 

¿HAY OPCION LOGICA Y HUMANA Y LEGÍTIMA?

Y yo me sigo interrogando: ¿Qué podía hacer la Iglesia en situación tan desesperada y tan desamparada, sino aceptar la mano que se le ofrecía para defenderla? Se daba una opción lógica y legítima de optar por el que te está matando y exterminando y el que te está ayudando y defendiendo? Cuando te están tirando por un precipicio y te echan una mano para salvarte del despeñamiento, miras de qué color es la cuerda? Era una situación de vida o muerte. Hay que haberlo vivido. En frío no se puede juzgar con objetividad. En mi casa se vivió con enorme zozobra aquella situación. En mi casa vivía con nosotros mi tía, hermana de mi madre, religiosa, y sus hermanas de Congregación, casi todas de Mallorca, buscaron también en mi familia su refugio. ¿Yo, seminarista, habría podido llegar a ser sacerdote?

 

MI CALVARIO

¿Puedo contar mi historia? Yo era un seminarista, que había terminado cuarto curso de latín. Tenía 14 años. No me había desarrollado aún y era muy pequeño de estatura, ahora mido 1, 72. En mi casa estábamos todos en la cama. Llaman a la puerta. Salió mi padre a abrir. Son dos señoritos. Dicen que van a registrar la casa. Al entrar en mi habitación me preguntan el nombre. Al oir que me llamo Jesús Martí, dicen: “Creíamos encontrar a un hombre y nos encontramos con un niño”. Venían en busca de un cura. ¿Qué había ocurrido para originar tal confusión. Un sacerdote muy amigo de casa fue denunciado como sacerdote por su portera. Registraron su casa y encontraron una carta mía, como tuteo al sacerdote, creen que yo también lo soy. Lo registran todo y me entregan al Comité Comunista con el anuncio de que mañana volverán a por mí. A mi madre le dicen: Tiene suerte de que tiene 14 años, si tuviera 16 se quedaría sin hijo. ¡Qué palabras para decirlas a una madre estremecida de dolor! ¡Qué noche pasamos! Al día siguiente al Comité, llegan y se me llevan. Yo rezando el acto de contrición incesantemente seguro de que me iban a matar… El pueblo consternado. Frente al Ayuntamiento de Valencia tienen una finca requisada. Allí me detienen y se hartan de hacerme preguntas. En la habitación contigua oigo la voz del sacerdote amigo y la de su padre.

 

Y TIÑERON SUS TÚNICAS CON LA SANGRE DEL CORDERO

Al día siguiente fueron acribillados padre e hijo sacerdote en el camino de tránsitos, el sacerdote era hijo único de esa familia. La madre se queda viuda y desolada con su esposo e hijo asesinados. A mi me soltaron.  En el coche en el que regreso, con mi padre que me vino a buscar, oigo que dicen: Ese cura tenía las armas en su casa para ametrallar al pueblo. ¡Me hierve la sangre!. Ese sacerdote tenía en su casa tantas armas como mi padre en la suya. Las únicas armas eran el cáliz y los libros del Oficio Divino, del párroco, ya asesinado también y Siervo de Dios ya,  que pudimos rescatar y salvar y conservar, como diré después ¿Quieren memoria histórica? Ahí tienen un pellizco de la mía. El Obispo de Málaga, ante el saqueo y el incendio de su palacio llama al Gobernador Civil una y otra vez. El Gobernador le contesta al Obispo: Me muero de pena. Envío las fuerzas y me las devuelven. Este era noble. Pero los irresponsables gobernantes republicanos proveyeron de armas para que pudiesen traducir en cadáveres el odio que previamente les habían inoculado.

 

TRECE OBISPOS

Trece obispos, el de Sigüenza, el de Lérida, el de Cuenca, el de Barbastro, el de Segorbe, el de Jaén, el Auxiliar de Tarragona, el de Ciudad Real, el de Almería, el de Guadix, el de Barcelona, el Huesca y el de Teruel.

En Teruel se celebra el día 7 de febrero la fiesta del Beato padre Polanco y su Vicario General Felipe Ripoll. El Padre Polanco es natural de Buenavista de Valdavia (Palencia) y profesó como Agustino en Valladolid. Estudió en Alemania y fue Lector y Maestro en Sagrada Teología. Rector del Colegio de Valladolid y como Provincial, hizo la visita canónica a Filipinas, China, América y a las casas de España. En junio de 1935 fue nombrado Obispo de Teruel y Administrador de Albarracín. Con su Vicario, don Felipe Ripoll, fueron encarcelados en Valencia, Barcelona, Figueras, y fueron martirizados en el Desfiladero de Can Tretze (Gerona). Sus restos están enterrados en la cripta de su catedral de Teruel. Por mi residencia de verano en Teruel he visitado y venerado muchas veces su sepulcro, de gran devoción en la Diócesis que siempre, incluso en enero, cuando en Teruel el frío tiene tratamiento de usía, está adornado de flores frescas de veneración. Le dedico el siguiente Poema, que espero será del agrado de los lectores y, especialmente los de Teruel, con lo que pobremente nos sumaremos al slogan “Teruel existe”. Reiteramos que los versos de está página son del Padre Martí Ballester.(Nota del Editor).

 

CERCA DEL CIELO

Misión General de Barcelona. Año 1961. Un acontecimiento sobresaliente. 850 misioneros de toda España, incluso el famoso obispo de la Televisión americana, Fulton Shen, Obispo Auxiliar del Cardenal Spellman de Nueva York, predicaron en la ciudad de Barcelona y en su cinturón metropolitano, durante quince días. El Arzobispo de Valencia me incluyó entre ellos. Mi centro misional: la Parroquia de Santa Eulalia de Vilapiscina. Una tarde asistí a la proyección de una película en cartel: Su título: “Cerca del cielo”. Protagonizada por el célebre Padre Venancio Marcos. El argumento estaba basado en la vida y martirio del Obispo mártir de Teruel, Padre Polanco. Me impresionó tanto que ya no le he perdido de vista. El día 7 de febrero celebra su fiesta la diócesis de Teruel unido a su Vicario General Felipe Ripoll. Mi residencia de verano en esa ciudad me propicia compartir con mis lectores las siguientes notas sobre los dos nuevos Beatos en el día de su fiesta en su Diócesis, deseando y esperando que sean del agrado y provecho de todos.

 

¿QUIÉN ES EL PADRE POLANCO?

En Buenavista de Valdavia, pueblo de Palencia, en una humilde familia de labradores nació el Padre Anselmo Polanco el año 1881. Cuando cumplió los once años entró en Barriosuso donde estudió Humanidades durante tres años y en 1896, ingresó en el colegio de Agustinos de Valladolid, del que un tío suyo era rector y vistió el hábito de San Agustín. Allí enfermó y tuvo que regresar al pueblo, donde viéndole tan ejemplar, sus paisanos llegaron a creer que «ser fraile es lo mismo que ser santo». En Navidad de 1904 celebró su primera Misa en el convento de La Vid. Viajó a Alemania, Filipinas. Hispanoamérica y Estados Unidos. En 1921 alcanza el grado de Maestro en Sagrada Teología. Su madre, Ángela, le dirá: «Siempre fuiste buen hijo para tus padres; ahora sé buen padre para tus hijos.» Cargos, viajes, vivencias de religioso observante, pulieron el carácter de fray Anselmo y dulcificaron su talante.

 

DON FELIPE RIPOLL

Nació en Teruel el 14 de septiembre de 1878. De niño tenía que recorrer diez kilómetros para ir al colegio. Estudió en el Seminario Conciliar y fue ordenado sacerdote el 29 de Marzo de 1901. Su nombramiento de profesor de los seminaristas, le hace continuar sus estudios. Diez años más tarde fue nombrado Canónigo y Rector del Seminario. Le atraía la Compañía de Jesús y durante dos años vivió con los Jesuitas, pero al resentirse su salud, regresó a la diócesis. Siguió unos años entregado al apostolado seglar, promovió las vocaciones sacerdotales y religiosas y dedicó mucho tiempo a la dirección espiritual. En el 1935, el Obispo Polanco, recién llegado a la diócesis, lo nombró Vicario General. Su fidelidad al obispo fue extraordinaria hasta permanecer con él como un hermano hasta la muerte. El 8 de Enero de 1938 fue hecho prisionero y conducido con el obispo Polanco a las cárceles de Valencia, Barcelona, Figueras y Pont de Molins. El 7 de febrero de 1939 fue martirizado en el Desfiladero de Can Tretze, a la edad de 61 años.

 

MUCHO TENDRA QUE SUFRIR

El día 21 de junio de 1935 el Padre Polanco fue preconizado obispo de Teruel. Se preparó con unos Ejercicios Espirituales en la Cartuja de Zaragoza y recibió la consagración en la iglesia de los Filipinos de Valladolid. Como su padre estaba enfermo, sólo pudo asistir a la consagración su madre, que cuando la felicitaban respondía: «No son éstos los mejores tiempos para ser obispo: mas, en fin, si le matan... ¡qué le vamos a hacer! También los mártires dieron su sangre por Jesucristo.» «Mucho tendrá que sufrir, pero más sufrió el Hijo de la Virgen.» En octubre de 1935 hizo su entrada en la diócesis de Teruel. Al tomar posesión dijo: “He venido a dar la vida por mis ovejas”. En el gobierno de la Diócesis brilló por su celo pastoral, por la pureza y santidad de costumbres, su amor a los pobres, su intensa vida de oración y austeridad, privándose de lo necesario para dárselo a los más necesitados.

 

SU RITMO DE VIDA DIARIO

Se levantaba a las cinco de la madrugada. Celebraba la Misa y dicen que infundía respeto después de haber celebrado. Luego oía otra misa. Después rezaba las horas menores y tomaba un frugal desayuno. Meditación, estudio, visitas. A la una la comida, sin apenas vino. Nunca tomó café ni licores. No fumaba y a los que fumaban les decía bromeando: «El que fume, fume de lo suyo; yo no pago vicios.» Vestía siempre el hábito de agustino. Tres veces al día visitaba al Santísimo con su familiar, a parte de sus visitas particulares. Recibía a los sacerdotes sin hacerles esperar y conversaba con ellos amigablemente. Los niños le acosaban para besarle el anillo. Les atraía su sonrisa y su bondad. En su corazón una espina: el “Arrabal”, barrio muy maleado por las doctrinas marxistas y que sufría las estrecheces de los trabajadores. Visitaba a las familias necesitadas y les resolvía problemas y la gente se admiraba de que, disponiendo de tan poco, llegara tan lejos en sus limosnas. Practicó la visita pastoral, realizada con el esmero que ponía en todo y confirió órdenes en la Catedral. Quiso que sus sacerdotes hicieran ejercicios espirituales, pero como no tenía medios para sufragarlos, escribió al doctor Irurita, obispo de Barcelona, después mártir como él, pidiéndole ayuda. Irurita le envió mil pesetas y se pudieron celebrar los Ejercicios, en los que participó y edificó a todos por su recogimiento y piedad. Uno de los asistentes comentó con su expresión aragonesa «¡El más majo de todos, el Obispo, maño!»

 

LA SITUACIÓN POLÍTICA DE ESPAÑA

El 16 de febrero de 1936 habría elecciones. El Padre Polanco orientó y animó a sus diocesanos. Antonio Montero, en su Historia de la persecución religiosa en España publicada por la BAC, cita y transcribe “La Carta colectiva de los Obispos españoles a los obispos del mundo entero” de 1 de julio de 1937, firmada por 49 prelados, entre ellos el de Teruel, Padre Polanco. De esa carta extraigo este párrafo: «Nuestro régimen de libertad democrática se desquició por arbitrariedad de la autoridad del Estado y por coacción gubernamental en pugna con la mayoría de la nación, dándose el caso de que con más de medio millón de votos de exceso sobre las izquierdas, obtuvieron las derechas 118 diputados menos que el Frente Popular, por haberse anulado las actas de provincias enteras». El padre Del Fueyo escribe: “Los otros obispos firmantes la firmaron con tinta y a buen recaudo; él la firmó en Teruel, primera línea de fuego, ciudad en peligro, y la rubricó después con la sangre propia en Can Tretze”. El 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen, muere en Buenavista la madre del padre Polanco, asistida por él. Rige su diócesis con abnegada dedicación. En diciembre va a Burgos donde el Nuncio monseñor Antoniutti le ruega que no vuelva a su diócesis. Fray Anselmo le respondió: «yo no puedo faltar de allí.» «Mi trinchera y mi aprisco es Teruel. Dios y España así lo quieren.»

 

TERUEL EN LA GUERRA

La ciudad de Teruel quedó en el bando de los nacionales. El 3 de agosto la aviación republicana bombardeó la basílica del Pilar de Zaragoza y allí están las bombas que milagrosamente no estallaron. En Teruel, el obispo Polanco presidió en su Catedral el canto del Te Deum y el himno a la Virgen del Pilar, en acción de gracias. Teruel quedaba rodeada por una línea de frente a pocos kilómetros de distancia. Por la parte de Corbalán, a sólo dos kilómetros. Poco a poco fue estrechándose el cerco. Cuando alguien sugería al obispo la conveniencia de abandonar la ciudad, repetía: «Yo soy el pastor, no puedo separarme de mi rebaño.» Los incendios de las iglesias, el asesinato de los sacerdotes de su diócesis y tantos crímenes y desolación le hacen sufrir indeciblemente. Teruel es atacada por columnas procedentes de Valencia, Cataluña y Cuenca, que estrangulan el cerco. El padre Polanco padecía las zozobras y sobresaltos de la guerra, pero mantenía su firme voluntad de cumplir con su deber.

 

LA CATEDRAL BOMBARDEADA

El bombardeo provocó el hundimiento de su nave izquierda de la Catedral. Allí se presentó de inmediato el obispo para prestar auxilio a los heridos. Dañado también el palacio episcopal tuvo que trasladarse al seminario, donde compartió con soldados y refugiados, la durísima vida de los asediados. Día a día llegaban párrocos de la diócesis que escapaban aterrados de la persecución. Allí tuvo ocasión de demostrar su amor y abnegación sin límites. Cuando fueron liberados los pueblos de la parte de Albarracín, fue a visitarlos sin reparar en los riesgos. Y cuando alguien se lo hizo notar, respondió: «Mayores peligros corren en las trincheras.»

 

GRAN EMBESTIDA

A finales de 1936 emprendió el ejército republicano una gran ofensiva por Corbalán, con una intensísima preparación artillera, secundada por millares de combatientes de las Brigadas Internacionales, pues a l Frente Popular le interesaba mucho la plaza y tenían hombres y armas en abundancia. Batalla tras la batalla, la ciudad fue cercada y horrorosamente asediada y bombardeada 312 veces. El obispo se refugiaba como todos en los refugios subterráneos y entre el polvo y los escombros, derrumbes y estruendo de minas, dirigía el rezo del Rosario con lo que la gente, que le llamaba «el Pararrayos», cobraba ánimos. En medio del peligro, siguió atendiendo a sus fieles en templos y hospitales.

 

CARTA PASTORAL

En marzo de 1937 escribió una carta pastoral, en la que hablaba de las penalidades de los sacerdotes perseguidos. Pide perdón para los perseguidores, siguiendo el ejemplo de Cristo en la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» Invita a no volver mal por mal a nadie, a tomar conciencia de la responsabilidad de cada uno en la reconstrucción de España, con el espíritu de los primeros cristianos en las Catacumbas, pobres y perseguidos, pero animosos en la tribulación. Insiste en que se debe rendir culto a Dios, aunque los templos hayan sido arrasados. Estudia el dolor como prueba y como castigo y se lamenta de la pérdida de los valores cristianos. En mayo de 1937 asiste al entierro del arzobispo de Valladolid y abraza a su madre en Buenavista, que le dice al despedirse: «Anselmo, tú, a ser bueno. La obligación ante todo.» Y a los presentes: «Su puesto es aquel.» Mujer de fe recia. El adagio latino nos dirá que ”filii matrizant”, “los hijos se parecen a sus madres”.

 

LA OFENSIVA FINAL DEL EJERCITO ROJO

La ciudad, defendida por menos de cinco mil hombres, fue atacada por doce divisiones, con un total de 110.000 combatientes bien pertrechados. El 15 de diciembre de 1937, con un frío siberiano, se desencadenó la gigantesca ofensiva por tierra y aire. Tras durísimas batallas Teruel quedó rodeada. Se organizó la resistencia en el edificio del seminario, en donde se habían refugiado muchos vecinos. 1500 civiles y 1759 militares, con otros 1059, se prepararon para la defensa. La vida de los sitiados era durísima y el racionamiento estricto. El padre Polanco nunca aceptó privilegios y prodigó su caridad entre aquella población civil empavorecida por bombardeos y derrumbes y dio hasta su propio colchón. En la noche del 24 de diciembre celebró la misa del Gallo mientras retumbaban los cañonazos y el suelo retemblaba a cada explosión. Sin tregua el día de Navidad, continuó la lucha encarnizada. Días de terribles penalidades, sin comida, sin agua, sin medicinas y con un frío espantoso. A las 9 de la noche del día 7 el coronel Rey d’Harcourt firmaba el acta de rendición. El obispo Polanco fue evacuado entre cadáveres y escombros y conducido con otros presos a Valencia.

 

EN LAS CÁRCELES

En Valencia lo tuvieron ocho días en el penal de San Miguel de los Reyes. La prensa le denostaba. El 17 de enero lo llevaron a Barcelona, al «cuartel Pi y Margall», situado en el monasterio de las Dominicas de Monte Sión, en la Rambla de Cataluña-Rosellón. Continuaban las campañas difamatorias. En mayo de 1938 se le enjuició por haber firmado la carta colectiva del Episcopado Español. Sobre ella, manifestó al oratoniano padre Torrent, que ejerciendo en Barcelona las veces de Ordinario por haber sido martirizado el Dr. Irurita, le visitaba en su prisión, que en su juicio su defensa sería: « En punto a doctrina, nada puedo rectificar, es la doctrina de la Iglesia. En cuanto a hechos, si hay algún error, lo rectificaré con gusto, mas en el hueco del dato erróneo, eliminado y rectificado, yo puedo colocar otros de los que fui testigo, como los crímenes de los rojos de Albarracín, que no puedo ni debo silenciar.» Estuvo en prisión hasta finales de 1938, cuando, terminada la batalla del Ebro, comenzó la «ofensiva de Cataluña y los pueblos eran liberados por las fuerzas nacionales. El 25 de enero de 1939, víspera de la entrada de los nacionales en Barcelona, salieron con dirección a Puigcerdá. El obispo Polanco fue alojado en un cine, otros en la iglesia. La noche del 26 la pasaron en el tren, el día 27 fueron a Ripoll y desde allí a pie a San Juan de las Abadesas bajo un aguacero torrencial. El día 31 de enero los prisioneros mayores fueron conducidos a Figueras hasta Pont de Molins.

 

EL MARTIRIO

El día 7 de febrero, a las 10 de la mañana, llegó a Molíns un camión con treinta hombres armados con fusiles-ametralladores, un teniente y varios suboficiales que se hicieron cargo de los presos y, después de robarles lo que llevaban, los ataron de dos en dos por las muñecas con muy malos tratos. El camión tomó la carretera de Les Escaules. A unos 1200 metros se detuvo y los presos fueron obligados a subir monte arriba por el cauce seco del barranco. Allí fueron acribillados. El cadáver del obispo de Teruel tenía la llamada actitud del gladiador, de los que mueren quemados. Tal vez fue quemado vivo. El espectáculo macabro que ofrecían los restos destrozados y medio consumidos por el fuego de 42 víctimas, con sus pertenencias esparcidas alrededor, fue presenciado por el pastor Pere, de Can Salellas. Fue tal la impresión que recibió que cuando llegó a casa no podía articular palabra, demudado y tembloroso. Sólo pudo decir: «íCuántos muertos!»... Fueron enterrados en el cementerio de Molíns. El cadáver del padre Polanco no ofrecía señales de putrefacción y el forense quedó enormemente sorprendido al ver brotar sangre fresca de las encías cuando las punzó para reconocer la dentadura. A ruegos de las autoridades de Teruel, los restos mortales del padre Polanco fueron trasladados a la capital de su diócesis. Hoy reposan en la cripta de la catedral de Teruel. Fue Beatificado por el Papa Juan Pablo II, el 1 de Octubre de 1995.

 

ODA AL OBISPO MARTIR, PADRE ANSELMO POLANCO.

 

I. LA ELECCION

El Espíritu de Jesús Crucificado

Te eligió y te ungió para que fueras

Honda raíz de fe y ardiente faro

Como guía y pastor de tus ovejas.

Cual ardiente chorro de sangre consagrado

Para ser ofrecido en santa libación,

Y como Cristo, tu Señor sacrificado,

Subiendo su Calvario con El en tu dolor.

Regarás desde ese manantial la viña,

Reverdecida en racimos rebosantes,

Para transformar el desierto con su vida,

Transfigurándolo en luz vivificante.

En rojísima rosa llegas convertido

Centelleante en vigorosa rosaleda,

De la angustiosa tribulación venido

Con el Resucitado tras la larga espera.

La inmensa rosaleda será una rica fuente

Que vivificará sin fin las peñas áridas,

Proclamando el glorioso triunfo del Viviente,

Entre el gigantesco vuelo de las águilas.

 

II. EL HOMBRE.

Tu vida entera como gota de rocío

Sobre la rosa florecida de tu sangre,

Experimentará el ardor de su latido

Con tierno y dolorido amor de padre.

Como la aurora amanece de la noche

Y feliz, con su luz engendra el claro día,

Cuando tu temblor y dolor te sobrecogen

Los fulgores enciendes de la nueva vida.

Tú, como delicado y generoso padre,

Tu dolor olvidando, ascético y austero,

Fiel y entregado a tus ovejas en tu cárcel,

De lo que te gustaba y convenía ajeno.

Pagas tu ardiente fe al precio de tu vida

Y tu fuerte coraje con el fuego de tu amor;

El momento se acerca, llega, y te convida

A que seas trigo de holocausto del Señor.

 

III. EL HOLOCAUSTO.

Las sedientas furias de sangre han sacudido

Con su afán destructor todas las ramas

Crujientes del gran árbol hacia el precipicio

Para consumirlo en la hoguera de sus llamas.

Fragor terrorífico en el monte retumba

Del arma asesina que culmina tu pasión,

La incendiada pira y la torrencial lluvia

Piadosamente cubrirán tu corazón.

Mientras tu carne recibía la energía

Del Espíritu Consolador fortaleciente,

Que forjó las estrellas y engendró la vida,

Plenificándote por dentro de entereza.

El aroma feliz y azul de tu holocausto

Ascienda a Dios Padre y descienda luminoso

Entre laureles y carmesíes amarantos,

A tu Teruel, reverdecido y oloroso.

Para que siga tras tus huellas decidido

Escapando de corrupción y de ceguera,

Acogiendo el silbo amoroso de su Obispo

Siguiendo siempre el rastro de las rectas sendas.

Del materialismo triunfando y la barbarie

Y ascendiendo al bosque de luz y de palmeras

De la ciudad de luz y paz inmarchitables

De las verdísimas y dulces primaveras.

 

IV. LA EXALTACION.

¡Oh sol esplendente, levántate gozoso,

Pasó ya la negra tormenta tremebunda,

Cesaron las amargas lluvias, los sollozos,

Y el ajenjo del cáliz dio paso a la hermosura.

El dolor del mártir expiarte y redentor

Se ha convertido en fuente de ternura,

 

Para que los verdugos confiesen su dolor

Y lleguen al venero do mana el agua pura.

¡Vivas banderas de florida primavera,

Cual águilas solemnes alcen ya su vuelo,

Proclamad el cantar de la victoria nueva:

Con la exaltación se “ha acercado el alto cielo”!

 

V. COLOFON.

Como las nubes sólo duran un instante

Mientras que el sol permanece todo el día,

Pasó la noche y las angustias crepitantes

Y amaneció ya el sol que alumbra a mediodía.

Racimos de claveles más que la sangre rojos

Lloraron contemplando tu vida destrozada,

Quienes te amaron y te vieron con sus ojos,

Se alborozan viéndola ya glorificada.

Porque el rosal fragante e inmenso de tu amor,

Floreció entre penas y tristes agonías,

Y se alza solemnísimo con el alba en flor,

Triunfador convertido en un ascua de dicha.

La voluntad de Dios hizo breves sus días,

Como las cortas horas de una flor hermosa,

Pero los consumó hasta el fin como El quería,

Con su vida fiel, entregada y generosa.

 

VI. LA PRESENCIA.

La presencia fiel de tus brazos extendidos,

Artífices de virtudes evangélicas,

Haga de Teruel hogar comprometido,

Siguiendo con fidelidad las sendas rectas.

Se nuestro pastor y guía en el camino,

Tu luz espléndida y gloriosa nos conduzca

A los sufridos, desterrados peregrinos,

Que atraviesan aún las noches y espesuras.

 

VII. CONGRATULACION.

¡Exulta, Invicta Teruel, que mereciste

Recibir el excelso don del gran consuelo,

Engalánate para entrar en los jardines,

Porque con tu Obispo “está más cerca el cielo”!.

 

ODA MARTIRIAL A FELIPE RIPOLL Y ANSELMO POLANCO.

I. LOS HERMANOS.

Como se aman dos hermanos

Que no se pueden separar,

Fray Anselmo y su Vicario

Suben juntos al altar.

Juntos en el pastoreo

Juntos en el visitar

A los pobres, los enfermos,

Y a los hambrientos de pan.

Juntos en el Seminario,

En palacio episcopal,

En San Miguel, su calvario

Y en la de la ciudad Condal.

Juntos en sus oraciones

Y en el viaje final,

Donde, sin contemplaciones,

El calvario acabará.

Juntos en Getsemaní,

Y juntos maniatados.

Unidos hasta morir

Cruelmente acribillados.

Ya les vuelan los disparos

Al Pastor y al Mayoral,

Y ya hoy reciben ambos

El galardón martirial.

Padre Anselmo, Don Felipe,

¡Qué testimonio les dais

A estas diócesis hermanas,

Que os pretenden imitar!

Como Elías y Eliseo,

Como San Pedro y San Pablo,

Cual Clara y el Poverello,

Merecéis el mismo salmo.

Anselmo y Felipe juntos,

No se pueden separar

Sus cuerpos en este mundo,

sus almas unidas van.

Si en vida y en muerte unidos

¿No parece natural

Que os inscriban, cual dos lirios,

Juntos en el santoral?

 

II. ROSAS, INCIENSO, NARDOS.

Como los granos de incienso,

Que cuando los quema el fuego

Dan su aroma más intenso,

Nube perfumada fueron.

Como antorchas que no brillan

Mientras no arden sus llamas,

Estos hombres son semilla

De innumerables almas.

Botones de nardo son

Que, exprimido en el dolor,

Su cuerpo se desangró,

Y el nardo exhaló su olor.

Anselmo y Felipe ya,

Como hogueras incendiadas,

Y dos capullos de paz,

Se hacen rosas escarlatas.

Cuando cerca de la meta,

Su espíritu sin amagura,

Intuyó la palma eterna,

Tras la fiera noche oscura.

Cual manojo de jacintos,

Han florecido las penas,

Entre aromáticos mirtos

De vuestras vidas enteras.

 

III. CUSPIDE.

La tormenta de la noche        

Tejió de oro la mañana,

Y el suplicio de aquel coche

Pasó a luz glorificada.

Tras un cruel anochecer

Llegó presuroso el Señor

Con vuestras flores de ayer,

Incendiadas de dolor.

Y vuestras pobres espigas

Convertidas en jardín

De rosas ya sin espinas,

Han madurado por fin.

 

IV. APOTEOSIS.

¡Gloria a vosotros los dos,

Síntesis de santidad,

E infudidnos a nosotros,

Constante fidelidad!

 

SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS Y SEGLARES

Más de siete mil religiosos fueron martirizados en aquellas jornadas de oprobio; 10.000 seglares fueron fusilados. No es de extrañar que vean con ojos humanos, lo que se hace con ojos de fe, elevando la figura de estos héroes que fueron fieles a su Redentor, hasta dar su sangre por El, que la había dado antes por ellos y por todos en la Cruz. Sus palabras se cumplen; “Si me han odiado a mí también os odiarán a vosotros”. “Os perseguirán por mi causa. Os entregarán a los tribunales”. Pero esto no se soporta. Esto es intolerable. Esto distorsiona su planes diabólicos. Esto es abrir los ojos a la juventud narcortizada y al pueblo que pretenden mantener en la mentira y la trapisonda. Satanás, el que es embustero desde el principio, mueve los hilos con eficacia. Y ¡cuántos caen en sus redes! Por eso ahora  el Régimen no soporta que tales muertos sean conmemorados, porque deslucen la memoria distorsionada y sectaria de aquella carnicería atroz.

 

EL QUE SE PRETENDE DESAFÍO

Pero la naturaleza del desafío que supone la beatificación de los mártires es de una naturaleza mucho más honda. La llamada Ley de Memoria Histórica se funda sobre una argamasa de rencor y apriorismos ideológicos falaces. Primero se establece que quienes combatieron en el bando republicano lucharon por la democracia y la libertad, cuando muchos de ellos combatieron por instaurar las más feroces formas de tiranía imaginadas por el hombre; después se trata de mantener viva su memoria para que sirva como acicate del resentimiento, y ese resentimiento siga infectando la convivencia de los españoles y propagando la crispación que siempre llega de los malos. La sangre de los mártires se alza contra este propósito cainita. Pues quienes han sido beatificados no fueron asesinados por ideología, ni por batallar en bandos políticos. Han derramado su sangre por la fe.  

 

LA NUEVA MADRE DE LOS 7 HIJOS MACABEOS

Como la madre de los siete hijos macabeos exhortaba a sus hijos ante el martirio de cada uno y al último derramaba desde sus entrañas toda su fe y ternura con estas palabras: Hijo mío, ten piedad de mi, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y crié tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y veras que Dios lo creó todo., No temas a ese verdugo, no desmerezcas de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobrare junto con ellos. (Macabeos 2, 7,27).  Esta misma escena se actualizó aquel 25 de octubre en la Cruz Cubierta de Alcira.

 

LA RAÍZ DE DONDE PROCEDEN ESTAS AZUCENAS

El 23 de noviembre de 1872 Dios une en santo matrimonio a dos jóvenes de Algemesí, llamados Vicente Masià Ferragut, de 21 años de edad, y María Teresa Ferragut Roig, de 19 años. Ella nació el 14 de enero de 1853, y fue bautizada aquel mismo día en la parroquia de San Jaume Apòstol. La educación que recibió de sus cristianos padres se manifestaría a lo largo de toda su vida, siendo modelo de joven, de esposa y de madre, y cristiana comprometida. Supieron formar un hogar con raíces profundamente cristianas.

 

MARIA TERESA FERRAGUT ROIG

Su vida de piedad era muy intensa. Diariamente recibía al Señor, ayunaba todos los días, fomentaba en su alrededor ese espíritu de vida sobrenatural que hace fácil el servicio de Dios. En la amistad con la Beata Josefa Naval Girvés, virgen seglar de Algemesí, se enardecían mutuamente sus almas. Procuraba templar anualmente su alma con los ejercicios espirituales, fortaleciendo así su carácter, que la hizo ejemplar como la mujer fuerte de la Sagrada Escritura. Fruto de su matrimonio fueron nueve hijos, cuatro hijas monjas capuchinas de clausura y el único hijo varón fue sacerdote capuchino

 

LAS HIJAS MAYORES

Maria Teresa: nació el 18 de septiembre de 1873. Ingresó en el convento de San Julián de las Agustinas Ermitañas de Valencia con el nombre de Sor Concepción. Falleció en 1927. Maria Felicidad, nació el 5 de Junio de 1876.

 

BEATAS  MARIA JESUS MASIÁ FERRAGUT, MARIA VERÓNICA MASIÁ FERRAGUT, MARIA FELICIDAD MASIÁ FERRAGUT

Nacieron en Algemesí (Valencia). Les administró la Confirmación en la Parroquia de Santiago Apóstol de Algemesí, Monseñor Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, arzobispo de Valencia..Ingresaron en el convento de Capuchinas de Agullent (Valencia). Fueron martirizadas en Alcira (Valencia)  en el lugar llamado “Cruz cubierta”, el 25 de octubre de 1936.

 

TESTIMONIO DE SU HERMANA PURIFICACIÓN

Su hermana Purificación, dice que desde jóvenes ”frecuentaban los sacramentos, y comulgaban cada día. Nunca se las vio en lugares públicos. Mi madre supo educar a mis hermanas, inculcándoles el santo temor de Dios”, dice Purificación, que vive aún, que la vida religiosa de las tres capuchinas fue igual de santa. “Durante su vida en el monasterio observaban una conducta que causaba la admiración de las otras monjas por su ejemplo, propio de su profesión. A pesar de ser hermanas, no existía entre ellas distinción entre si con respecto a las otras Las tres hermanas eran muy estimadas por la comunidad. Su piedad era sólida y vigorosa, inculcada por nuestra querida madre. Eran amantes del sacrificio y muy observantes del silencio, de la Regla y de las Constituciones”.

 

TESTIMONIO DE LA HERMANA BIENVENIDA AMOROS

La hermana Bienvenida Amorós, monja del mismo convento, narra la vida de las mártires: “Jamás oí crítica alguna sobre la actuación de estas religiosas. Eran de una piedad sólida. Entregadas especialmente a la oración y a la presencia de Dios, que reflejaban. Eran muy humildes y siempre dispuestas a sacrificarse por las demás. Eran devotísimas de la Eucaristía y de la Santíssima Virgen y, extraordinariamente, de la Pasión del Señor”.

Con el triunfo de la República, en 1931, salieron del convento, permaneciendo en su casa paterna unos dos meses. Al comienzo de la revolución de 1936, volvieron a su casa de Algemesí, hasta el 16 de octubre, haciendo vida de comunidad, completamente entregadas  a la oración.

El día 19 de octubre de 1936, a las cuatro da tarde, fueron detenidas por milicianos: ellas y una religiosa agustina del convento de Benigánim.

 

LA MADRE ACTUALIZADA DE LOS MACABEOS

Teresa, la madre de las monjas, no quiso abandonarlas y salió con ellas. Encarcelaron a las cinco monjas en el monasterio de Fons Salutis, que servia como cárcel,  donde permanecieron ocho días serenas y resignadas. Finalmente, derramaron su sangre por Cristo.

La noche del 28 de octubre, domingo y festividad de Cristo Rey, los milicianos  las condujeron a la muerte. Quisieron dejar a la madre pero ella se opuso y quiso acompañar a sus hijas y ser fusilada la última. Al verlas caer una tras otra,  las animaba,, diciéndoles: “Hijas mías, sean fieles a su  esposo celeste y no quieran ni consientan los halagos de estos hombres”. Llevadas en un camión al lugar llamado la  “Cruz cubierta”, en dirección de Alcira, allí fueron martirizadas.  Los cuerpos de las cinco mártires fueron enterrados en Alcira. Actualmente descansan en la parroquia de San Pío X de Algemesí.

 

TRASLADO DE LA RELIQUIAS

Algemesí se había ido preparando con ilusión para el gran acontecimiento de la “Solemne celebración de vísperas, con el traslado de las reliquias de las Beatas Mártires, desde la Parroquia de San Jaime, hasta la Parroquia San Pío X, en el Cincuentenario de las Parroquias de María Auxiliadora y San Pío X. Desde la Parroquia de San Jaime, donde nuestras beatas mártires, habían ido creciendo y madurando en su fe y en su compromiso cristiano.

El templo estaba engalanado profusamente. A los pies del altar mayor, estaban expuestas las cinco urnas con las reliquias de las beatas Mª Teresa Ferragut y las de sus cuatro hijas Sor Mª Jesús, Sor Mª Verónica, Sor Mª Felicidad (Capuchinas) y Sor Josefa de la Purificación (Agustina Descalza), bajo la mirada de la Mare de la Salud, Patrona de Algemesí. El coro cantó  el canto “Apresadas y llevadas a morir”.

 

TESTIGOS DE CRISTO

Todos fueron asesinados, única y exclusivamente, por profesar la fe católica, por ser testigos de Cristo. La Iglesia no beatifica a curas trabucaires; ni a católicos condenados a muerte por haber conspirado contra la República, ni a monjas alborotadoras. El reconocimiento de la muerte martirial exige como condición que no interfieran motivos de índole política; mártir significa «testigo», y sólo quienes han sido asesinados por dar testimonio de su fe merecen tal reconocimiento.

Y aquí radica la naturaleza desafiante de aquellas muertes. Los mártires que han sido beatificados podrían haber salvado su vida abjurando de su fe; pero su entereza no tembló: entendieron que la fe y el amor a Cristo merecía el sacrificio del don más valioso, la vida. Y entendieron también que ese sacrificio máximo sólo sería valioso si imitaba el sacrificio redentor de Cristo en el Calvario sangriento. Aquellos hombres y mujeres murieron perdonando a quienes los mataban, murieron amando a quienes los mataban, seguros de que su sangre se convertiría en fermento fecundo. Aquí radica la belleza de su sacrificio, la escandalosa y subversiva belleza de su muerte: murieron con la alegría de saberse amados por Jesús que iba a acogerlos en su seno, murieron amando a quienes los odiaban, seguros de que ese amor derramado sobre la tierra no sería baldío, sabían que el grano caído en la tierra daría mucho fruto, seguros de que su sangre sería semilla de cristianos, como dijo San Cipriano y nos recuerda el Vaticano II y sería cosecha fecunda de reconciliación. Conmemorar a aquellos mártires significa reafirmar su voluntad de amor, exorcizar el odio, celebrar la belleza de la vida que vuelve a florecer generosamente allí donde ayer se sembró la muerte. Y significa, sobre todo, un desafío formidable para quienes se alimentan con el veneno del rencor, los que ni creen ni aman a Dios. Los que quieren borrarlo del horizonte, los que aún derribado el Muro de Berlín, pretenden mantenerlo como la momia de Lenín, y los que solapadamente se aprovechan de aquellas dictaduras en las que siembran a su socaire, sus errores y falsedades.

 

EL SIERVO DE DIOS EUGENIO JOSÉ SERRA MELIA

Testimonio para el Proceso de Beatificación.

Sus primeros pasos en Carpesa

Yo tenía 13 años cuando don Eugenio José Serra Meliá  tomó posesión de la Parroquia de San Pedro Apóstol de Carpesa, sucediendo al Cura Regente, Don Vicente Balanzá Devís, quien suscitó en mí la vocación sacerdotal y me condujo al Seminario. El Párroco, Don José Valero Juan, se había retirado para servir como Capellán a las Carmelitas Descalzas de Godella, a quien visitábamos los domingos todos mis compañeros. Cuando llegó a Carpesa el nuevo Regente, yo estudiaba ya tercer curso de Latín en el Seminario Menor de Valencia, Colegio de Vocaciones, dirigido por los Operarios Diocesanos del Beato Manuel Domingo y Sol. Mis padres me contaban la entrada del Cura Regente, que debió de ser el año 1934. Como feligrés, le escribí una carta en latín que tuvo la delicadeza de corresponderme también en un latín muy hermoso. Aquel año murió mi abuelo paterno y me contó mi padre que, cuando le abonó el estipendio del funeral y el nicho del cementerio parroquial, le entregó un regalo para su hijo seminarista.

El coro parroquial

Su apostolado más intenso lo enfocó en dignificar el culto por medio del canto, para lo que formó un grupo de jóvenes cantoras que, con sus frecuentes ensayos, muy costosos y meritorios porque ninguna sabía solfeo, lograron grandes y admirables progresos, llegando a interpretar piezas a varias voces, incluso las Misas de Haller a dos voces, una misa del maestro Lorenzo Perossi y el “Exultate justi in Domino”, que es el Salmo 32,1 a varias voces de Ludovico Grossi da Viana, cuya partitura manuscrita por él, guardo entre otras, como reliquias. He aquí el texto del salmo, en latín y en castellano: Exultate, justi, in Domino: rectos decet collaudatio. Confitemini Domino in cithara; in psalterio decem chordarum psallite illi. Cantate ei canticum novum, “Aclamad, justos, al Señor, que la alabanza es cosa de hombres buenos; dad gracias al Señor con la cítra, tocad con honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo acompañando los vítores con bordones”. Junto con los Trisagios, Villancicos y alguna barcarola atesoró un extenso repertorio.

Me encargó comprar los dulces para el lunch con que agasajó al Coro Parroquial el día final de las Cuarenta Horas, después de haber celebrado con gran solemnidad y éxito los Trisagios de los tres días y la procesión por la calle. Era pues generoso con quienes colaboraban con él. Era muy querido. Su conversación era muy amena, por su gran sentido del humor. Dignificó en gran manera las celebraciones e incluso encargaba  a otros sacerdotes que le sustituyeran en el altar para poder él dirigir el coro y acompañarlo al armonium. Lo recuerdo en la sacristía iniciándonos a los seminaristas en la predicación, hallazgo de los textos bíblicos y comentarios, por ejemplo sobre la antífona: “El justo florecerá como la palmera”, enseñándonos a hacer nuestra propias interpretaciones y reflexiones. Interesante. Mi convivencia con él sólo duró unas vacaciones.

Primera Misa de Baldomero

En junio de 1935, el día 29, fiesta de San Pedro, celebró la Primera Misa en Llaurí, su primo hermano, Baldomero Rubio Meliá y quiso que yo, con otro seminarista de la misma parroquia, Vicente Gil Martí, ya fallecido, fuéramos con él a Llaurí. El predicó el sermón, del que sólo recuerdo que contaba el nacimiento de su primo y la frase con que su padre transmitía la noticia: “Ha naixcut un xiquet”. Eran cuatro los sacerdotes de Llaurí, a quienes martirizaron juntos en El Saler. Uno de ellos ya está en los altares, el Beato José Toledo Pellicer, del que escribí mi testimonio para incorporarlo a su Proceso, que incluyo para mayor información, dada la misma suerte de martirio que siguieron: ¿Qué les diréis a nuestras madres? – “Les hemos dejado en buen sitio” –respondieron. No sabían que decían, aunque criminal y sacrílega, la mayor y mejor y más gloriosa verdad de su vida.

 

JOSÉ TOLEDO PELLICER

El Beato José Toledo Pellicer

Nunca hablé con él, pero le vi, le vi bastantes veces. Era natural del pueblo de Llaurí, en la provincia de Valencia, que posteriormente pude visitar el día 29 de junio del año 1935 en la primera Misa de Baldomero Rubio Meliá, a la que asistí, acompañando como seminarista a su primo hermano, Don José Serra Meliá, quien predicó en la celebración eucarística. Los cuatro fueron acribillados en el mismo acto en el Saler, el año siguiente. – Preguntaron a sus verdugos:“¿Qué les vais a decir a nuestras madres, cuando os pregunten qué habéis hecho con nosotros?” Pero yo conocí a Don José Toledo antes, porque era el ayudante del Director de la Schola Cantorum del Seminario Conciliar de Valencia, Don Juan Belda Pastor, hijo de Bocairente, también mártir. Yo, niño de 11 años, cantaba la voz de tiple, y Toledo, la de bajo. No estábamos cerca en los ensayos, yo era un niño, y él todo un hombre, apuesto, moreno, cerrado de barba, varonil, serio, voz impresionante, activo y atractivo. Se encargaba de repartir los papeles al comienzo de los ensayos. Es significativo que de entre los cincuenta que formaban la Schola, sólo recuerdo su persona, su rostro, su carácter, y la de nadie más, lo que demuestra su atractiva personalidad, que impactó mi persona de niño. Entre otras piezas, ensayábamos el Ofertorio de la fiesta del Corpus: “Sacerdotes Domini”, del Maestro Ubeda,  organista de la Capilla del Patriarca de Valencia. Es un texto del Levítico, letra premonitoria y profética en el caso de nuestro mártir: “Los sacerdotes del Señor han de ser santos para su Dios, y no profanarán su Nombre, pues ellos son los que ofrecen los panes y el incienso a su Dios (21,6). ¡Qué pronto iba a vivir lo que cantaba y dirigía, al convertirse con sus tres compañeros en pan de Cristo, molido en la muela del martirio, y en incienso que perfumó el altar del Señor! Construyó la Iglesia mártir de Valencia, edificó a sus coetáneos y nos dejó una huella de santidad a imitar. He visto a un mártir. He estado al lado de un mártir, he cantado con él, y hoy me siento privilegiado y agraciado de poder hablarle familiarmente y con confianza: ¡Beato José Toledo Pellicer, ruega por nosotros! ¡Por aquel tiple, por los que queden de aquella Schola Cantorum, por la Archidiócesis de Valencia, de la que eres una rosa martirial calificada. Ruega porque el peligro sigue acechando y arrecia y necesitamos recobrar la fuerza de vuestro heroísmo!.

 

AÑO 1936. JULIO.

Lo veía triste, triste, profundamente triste. Silencioso, como abismado en el dolor. Como si lo intuyera, había instalado un viacrucis nuevo en el templo parroquial. Cuando le arguyeron que, como arreciaba la revolución se exponía que fuera profanado y destruido, respondió que un Obispo se vistió sus ornamentos solemnes para esperar a la muerte. ¿Pensaría él lo mismo al colocar el Viacrucis?¿Preveía que él lo iba a recorrer tan pronto? Parece que con su perspicacia y lucidez lo veía venir. Pues cuando el 13 de julio fue asesinado el Jefe del Bloque Nacional, Don José Calvo Sotelo, al que Dolores Ibárruri, La Pasionaria, había amenazado en el Congreso con la conocida frase: Su Señoría morirá con las botas puestas, comentó con desaliento: Va a comenzar. Le visité en el domicilio de la familia de Don Antonio Estellés y Vicenta Martí, personas de gran proximidad a la iglesia, y se le veía enormemente preocupado. También mi madre le visitó allí para animarle y ofrecerle un regalo. Trasladarlo a su casa paterna en  Llaurí, fue su muerte. Desde allí escribió una carta que guardo, en que habla enigmáticamente y con su ironía característica, de los gatillos de las escopetas que amenazaban con no dejar ninguna rata viva.

 

Amargura del desalojo

En la Casa Abadía precipitadamente retirábamos las cosas más significativas y portátiles, a las pocas horas ya fue incautada por el Comité. Enseguida quemaron las imágenes y los ornamentos en la plaza mientras comenzaba el derribo de los altares y el volteo de las campanas por su triunfo. La iglesia quedó convertida en almacén y garaje. Lo contemplábamos dolorosamente. Una furia diabólica se había adueñado de los corazones de los hombres, antes normales, de repente convertidos en fieras rabiosas. Yo pude llevarme a mi casa los cuatro tomos del breviario de Don José, un copón pequeño y el cáliz de su primera misa, que mi padre guardó durante toda la guerra y que devolvimos después a su familia.

 

El Grano que da fruto

Clandestinamente durante toda la revolución Dios nos concedió la gracia de tener la eucaristía en mi casa y proveer de sagradas hostias a varios feligreses de la Parroquia. Mi tía, Dolores Ballester, hermana de mi madre, Religiosa de la Pureza de María, llegada por traslado desde Palma de Mallorca a Valencia unos días antes del 18 de julio, y forzada por la clausura y la quema de los conventos a salir del colegio del Cañamelar, encontró su casa en la de mis padres. Como todos los templos estaban cerrados y muchos sacerdotes asesinados, sus numerosas amigas, se reunían en mi casa los domingos para escuchar sus charlas religiosas, comentar las noticias de la guerra y, sobre todo, para la hora santa que celebrábamos con el Señor expuesto en el coponcito que yo pude salvar, guardado en un armario a guisa de capilla situado en su habitación. Sobre nosotros, aquella parroquia clandestina, velaba misteriosamente y fortalecía la sangre derramada del Párroco Don José Serra, que llorábamos, mientras él seguía manteniendo y acendrando la fe de sus feligreses, aquel pequeño rebaño. El haría posible nuestros encuentros providenciales con Filomena Ferrer de Burjasot, futura Obrera de la Cruz, cuyo Instituto no había nacido y Don VicenteGarrido, su Fundador, estaba escondido en una casa de la huerta de Carpesa, con los sacerdotes Don Vicente Lloréns y su hermano Don Antonio en su casa de Godella; con Don Bernardo Asensi, con quien nos confesábamos y cuyas misas oíamos, a quien y a las religiosas de la Pureza dispersas y algunas reunidas en un piso en Valencia, ayúdabamos proporcionándoles alimentos en aquellos tiempos aciagos, de hambre y de las lentejas, pastills del Dr. Negrín. Así fue como Don Bernardo pudo asistir a varios moribundos y alguna vez nos celebró la misa y nos predicó un santo sacerdote, Don Rigoberto Oliver, a cuya casa escondite de Valencia fui a buscar y acompañarle rehuyendo el camino normal.

 

Instalación de la Reserva

Don Mariano Martí Sorlí, que salió del escondite donde había permanecido toda la guerra, trasladó desde mi casa el Santísimo Sacramento para instalarlo en la ermita de San Roque donde quedó reservado mientras se reconstruía la iglesia parroquial. ¿No eran ya estos sucesos consoladores presagio de la nueva primavera, espigas del grano caido chorreando sangre? ¿No era un milagro la perseverancia de mi vocación, a pesar de haber sido detenido, disuadido y amenazado? - “Tiene suerte de que tiene 14 años, pero si lo hubieran cogido los de la FAI, se habría quedado sin hijo, -le dijeron a mi madre- . Téngase en cuenta que de los 65 seminaristas que ingresamos en el curso 1932-33, sólo 2 volvimos al Seminario al final de la guerra ¿No había escrito Tertuliano cuando las persecuciones de los tiranos del Imperio de Roma, que la sangre de los mártires es semilla de cristianos: Sanguis Martyrum semen cristianorum?¿No estaba aquella sangre joven pregonando el brote de la higuera, el arrullo de la alondra de la Glorificación?

El martirio

El 10 de agosto de 1936 en la playa de El Saler- Valencia, cayó asesinado junto con José Toledo Pellicer, Coadjutor de Bañeres (Alicante), nacido en Llaurí el 15/7/1909, Tomás Peris, cura de Alcalá de la Jovada y Baldomero Rubio Meliá, su primo hermano, coadjutor de Guadasequies. Era su acción más grandiosa, la gesta mayor de su vida. Entregar su vida cruentmente por amor. Dejaba su herencia en Carpesa. El amor que había conquistado con su ferviente apostolado, el sagrario nuevo, tan original que ilusionó y el Viacrucis recién estrenados. Su habilidad para jugar con los nombres hacía el acróstico con sus apellidos: el Serra Meliá, lo convertía en “Mel í-ha en la Serra”. Ciertamente, desde aquel 10 de agosto, en la fiesta del protomártir romano San Lorenzo, fulminada su carne con las balas a quemarropa, saborea las mieles del banquete “en la sierra preparada para todos los pueblos con un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera (Isaías, 25, 6) por las Bodas del Cordero de pie, aunque degollado” (Ap 5, 6). El Sagrario y el Viacrucis que nos legó, pregonan el ideal de su vida y compendian su entrega sacerdotal y matirial. El, como hombre justo había ya ensayado la gran orquesta de su gloria con su Exultate justi para cantar el Cántico nuevo acompañado de cítaras, de arpas y de bordones.

 

EL CÁNTICO NUEVO RESUENA HOY EN TODA LA IGLESIA AL ESTALLAR EN ROMA

Es un misterio. Los misterios no se explicaan. Se creen..Son insondables. La alegría de tantos religiosos y sacerdotes, mucjhos jóvenes con toda la vida por delante, cara al martirio no tiene explicación. El perdón de sus verdugos, tampoco. Ni el estímulo en toda la Iglesia tampoco. Ni nuestra gratitud de ser cristianos. Ni nuestro amor al Señor Jesucristo tampoco. Para los que no tienen fe no hay explicación. Para los que tienen fe no hacen falta explicaciones

Nuestro grito hoy es colosal, arrebatador:

 

¡¡¡CRISTUS VINCIT., Cristus regnat. Cristus IMPERAT!!!! “NON PRAEVALEBUNT! LAS PUERTAS DEL INFIERNO NO PREVALECERÁN”.

¡NO TEMÁIS. YO HE VENCIDO AL MUNDO!

 

JESÚS MARTÍ BALLESTER

Sacerdote                                   

  

Jesús Martí Ballester

www.jmarti.ciberia.es

jmarti@...

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

www.caminando-con-jesus.org

p.s.donoso@...

Aclaració Important: aquesta pàgina no pretén condemnar ningú, ni dir que uns van ser els bons i els altres els dolents. Sols pretén mostrar la valentia admirable d’aquells i aquelles que van donar la vida per defensar la seva FE. A la guerra civil hi va haver atrocitats als dos costats. I després de la Guerra hi va haver la lamentable repressió franquista amb les seves pròpies atrocitats, davant les quals l’Església, que sortia d’un persecució terrible, no va ser prou valenta per denunciar-les amb contundència.)

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